TARDES DE DOMINGO 19.01.2025. Gustavo Adolfo Ordoño, «La insularidad como forma de vida. ¿Nisología en Canarias?»

Gustavo Adolfo Ordoño. Madrid

Historiador y periodista. Es el autor y editor del sitio web dedicado al estudio de la dialéctica «Civilización y Barbarie» desde la perspectiva histórica, https://www.paxaugusta.es, que ha cumplido más de diez años como cabecera digital en español. Ha trabajado como reportero de televisión y de agencias, publicista, asesor editorial y documentalista especializado en la gestión de la información documental. Libros publicados “La Guerra de Ifini” 2018  y “Guinea Española” 2024,  Almuzara.

TARDES DE DOMINGO.                                                 BPB                                    Temas: Historia

La insularidad como forma de vida. ¿Nisología en Canarias?

 Tengo una especie de resquemor continental cuando estoy con algún amigo insular. No piensen mal, es un asunto de curiosidad cultural nada más… y nada menos. Me dan ganas siempre de preguntar a mis amigos canarios o baleares si ellos tienen esa sensación de insularidad tan marcada en su carácter, como afirman algunas teorías sociológicas. Existe un término con «objetivos científicos» para definir ese factor de la insularidad. En el diccionario de la RAE (Real Academia de la Lengua) no lo encontramos, pero con el nombre de Nisología (del griego νῆσος -nêsos- que significa «isla» y λογος -logos- que es «estudio») se define una disciplina de estudio que intenta explicar cómo influye la insularidad en las personas. En sus vidas, su entorno y, claro está, en su historia.

 

Existe un verdadero interés científico y académico por esta singularidad que supone habitar una isla. Se estudian condicionamientos evidentes en la habitabilidad de una isla como los geográficos, pero también no tan obvios como sería la supuesta «personalidad hermética» de los isleños. Teoría que argumenta son gentes que buscaron, por propia voluntad, habitar una isla. Así, la mencionada ciencia de la nisología pretende responder a cuestiones tan multidisciplinares como hipotéticas. Hay una nisología-geológica y una específica nisología relacionada con la vulcanología; incluso tendríamos una nisología-antropológica-biogeográfica, una nisología-literaria, otra nisología-histórica…

Por ejemplo, la posesión de islas en el pasado por un reino o un imperio cuyo territorio principal fuere continental estaba relacionada con dos factores cruciales: el económico y el militar. Las rutas comerciales precisaban expandirse lo más posible y con la navegación las distancias largas se cubrían en menos tiempo, las islas ejercían de «bases» estratégicas donde hacer escalas. Para proteger los confines de un reino también se pensaba en dominar islas adyacentes o que estuvieran en el paso de la navegación hacia ese país, el territorio insular servía como una primera línea defensiva.

 

Sin embargo, todas estas consideraciones no resultaban complejas de añadir en los estudios históricos o geopolíticos sobre las características singulares de la insularidad. Lo que hacía interesante a esa «ciencia» de la nisología era su aportación de un «estudio psicológico» acerca del carácter insular. El aislamiento -que puede afectar emocional y psicológicamente- es el rasgo más característico de la insularidad. Pero analizado en medio de otro factor como es el fenómeno de la Globalización enseguida tomaría un cariz positivo. Cuando el mundo se homogeneiza con la cultura global, las islas pueden ser focos de resistencia a esa tendente homogeneización.

 

Los defensores del valor científico de esta novedosa disciplina de la nisología destacan que, por ejemplo, las islas habitadas más pequeñas actúan de microcosmos acotados donde los fenómenos sociales o biológicos al darse con mayor intensidad resultan más «nítidos» y se pueden proyectar a cuestiones amplias, más generales. Sí que es apreciable el valor «singular» de la insularidad cuando se analiza el patrimonio histórico-cultural influido por el patrimonio natural insular.

 

Aunque habrá matizaciones, pues es algo mejor apreciado cuando se trata de un conjunto insular pequeño (archipiélago) que de una gran isla. Países que son islas grandes (Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Japón…) han logrado mimetizar su carácter insular con pautas culturales más abiertas, propias del contexto general donde interactúan. Mal que le pese a británicos y japoneses, sus culturas tienen más rasgos europeos y asiáticos respectivamente que facetas insulares muy «exclusivas».

 

No obstante, en casos como las Islas Canarias el patrimonio insular sí que adquiere valor analítico. Particularidades como la misma orografía, la formación geográfica de las islas, todas de origen volcánico; o los ecosistemas tanto naturales como humanos marcados por esa realidad de insularidad, se hacen imprescindibles para estudiar a las islas y sus gentes. Además, esas facetas «íntimas» de las islas también se constatan en perspectivas de estudio más «universales». Archipiélagos como por ejemplo las mismas Canarias, las Azores y Madeira, se convertían en itinerarios entre culturas y civilizaciones. El acento de las lenguas, la gastronomía y los modelos urbanísticos –lo particular- se movían entre Europa y América –lo general- haciendo parada en las islas, donde se impregnaban de rasgos insulares.

 

Hoy en día pasear por el casco antiguo de San Cristóbal de La Laguna (Isla de Tenerife) es como deambular por La Habana Vieja…

 

Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista 

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