Nayra Pérez Hernández. Gran Canaria
Licenciada en Filología Hispánica y doctora en Literatura y Teoría de la Literatura por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es profesora contratada doctora en el área de literatura española en esta universidad.
Sus líneas de investigación son: literaturas afrohispánicas; literaturas canaria y latinoamericana; estudios culturales y relaciones atlánticas. Ha publicado los libros Cuentos populares de Guinea Ecuatorial (2011) y África, materia para la definición de la literatura canaria (2015).
TARDES DE DOMINGO. BPB Temas: Literatura Africana/Crónicas
LOS EJES DE MI CARRETA Completa, Capítulos del 1 al 8.
1
y no se vuelve
porque ya sin partir la isla
es una espiral girando
al viento
aunque al regreso
sea un fantasma de contornos
más difusos
y no le reconozca ni el hijo
que dejó en la mujer preñada
la que parió gritando sola
siguiendo el ritmo
de sus machetazos en la caña
allá lejos
adonde lo llevó el alisio
y las historias y el aliento
de unos cuerpos apilados
ateridos de miedo buscando
matar el hambre
heredada
y no se vuelve
la casa se convierte en barco
donde repetir los gestos
del lugar
al que nunca se llega
pero donde ahora sí puede besarte
y lo miras con recelo
mientras talla un bestiario
con la madera
de las barquillas que repara
y que es también
el panteón de sus naufragios
2
el barrio aún está naciendo
a espaldas del floreciente muelle
recién inaugurado
el faro arriba a lo lejos
solo
contempla a las familias
que llegan de aquí y allá de los campos
del sur y del norte sin nada solo
un puñado de hijos y manos
para el trabajo y en las noches
pone su luz
sobre los barcos y las redes
y también
sobre los cuartuchos
que como piedras desordenadas
le nacen aquí y allá
y hacen los polvorientos
caminos que vienen a lamer las olas
en los rebosos
rompiendo el itsmo
allí
donde se mezclan sal y arena
gentes tareas el barullo
de cada amanecer
cuando enmudece el faro
tus primeros pasos y palabras
y las canciones y los ecos y los gritos
y todo el ruido
que en él cabe
te mecieron en un intento
de feliz infancia
en la que de sol nunca hubo falta.
3
solo más tarde aprendiste los nombres
de los ganchos
del directo
del croché
a medida que los fuiste encajando
y luego
también tú encajando en otros cuerpos
pero ya sabías
la vida te lo había mostrado
que el que golpea golpea dos veces
y que quien golpea el último
golpea mejor
por azar casi que subiste a la lona
en la ciudad atlántica los cines
los teatros las galleras se vestían de ring
con doce sogas un par de taburetes
y tú querías
comer algo más pasar el rato
tres minutos suena la campana
primeras victorias los guantes el batín
la rutina en el gimnasio Hespérides
hasta ganar el apodo
que comenzaría a aparecer en los carteles
aquí y allá invitando
a las veladas
por el que empezaron a llamarte
en el barrio
y que se confundió con tu nombre
ya para siempre.
4.-
solo piojos y días sin pan ni luna
en medio
de una guerra que ellos no quisieron
botas y pies gastados
entre batalla y trinchera
y perder la juventud la risa
la vida toda que quedó
como un viejo sueño
muy lejos al otro lado
te acompañaban las canciones
como calor y mantra primero
en la cabeza luego
una casona abandonada
tal vez de indianos provino
al batallón de alimento
para unos días de un espejo
que partieron para afeitarse
algún domingo y de un gramófono
con sus discos de pizarra
que hincaron junto el petate
al hombro
y fueron cayendo las noches
y fueron cayendo los hombres
y fueron cayendo los discos
uno a uno
aquellos tangos para borrar las visiones
dantescas aquellas coplas
que apenas pudieron acallar los disparos
y las bombas aquel
primer jazz que no entendían
hasta que solo quedó el aparato
y tú abrazaste el último disco
Ramona
aunque te pesaba el hombro
y el alma
en cada pie
que llora a la lejana
dulce muñequita en flor.
5.-
tu mano acariciaba las heridas
de la barquilla vieja con la que
rompías la aurora cada día
antes de echarte a la mar
desplegando los remos para
acercarte a otras naves
que sí podían llamarse barcos
y desde los que te saludaban
las siluetas que venían de lejos
en todos los idiomas no importaba
no saber leer ni escribir ni hasta
entender del todo aquello que te decían
se hacía la magia siempre de los gestos
de las manos de las monedas mostradas
y comprabas y vendías carne
penicilina manteles bebidas todo
lo que en la isla faltaba
hasta la bicicleta oxidada como el sueño
breve de un niño por una sola tarde…
regresabas en silencio no fueran
a descubrirte delinquiendo aunque
pusieras parches reales a la tristeza
a la angustia al hambre y allí dejabas
tu barquilla bajo redes
posada como un pájaro
en aquel itsmo que entonces
no lo era.
6.-
además quisieron tapar el sol con un corcho
pero de tanto salitre y vida saltando
bajo velas y velos y toda la lejanía
se puso agrio
terminó pudriéndose y el martes
de carnaval allí siguió explotando
recorriendo las calles
del barrio en disfraces
improvisados con sábanas
robadas al tendedero
de la azotea con raídas banderas
de barcos que nunca
volvieron y una cara
pintada de betún y las bembas
de cochinilla
todo valía
todos eran más que vecinos de saludo
el meconocesmascarita era el juego
tú vestido de criada
un amigo de niño chico
en un carrito de palos improvisado
igual daba todo tu sonrisa
hoy
se multiplicaba
y el miércoles
ya llegaría arrastrando
su propia sombra.
7
no eras pródigo en iglesias
misas rezos sí en el cumplimiento
de las fiestas de guardar y cada agosto
muy muy temprano el coche de hora
esperaba a los mismos vecinos
con las viandas aún tibias
y los niños de las mismas edades
y legañas
deshacían todas las carreteras
hacia el norte lentamente
con sus curvas serpentinas
sobre los barrancos
y en la parada a mitad del trayecto
para el descanso la misma broma
del niño en el risco la vieja
guitarra con sus tres tonos
y la botella de ron de mano en mano
tampoco faltaba la foto
del grupo ya amarilla
movida por las risas y el baile
improvisado
no eras pródigo en iglesias
misas rezos pero el santo
esperaba tu visita
la breve algarabía compartida
de aquel lejano y marino
barrio
8
aunque te doliera más que el peor kao
había que hacerlo pues el trabajo y los años
lo exigían también la parienta
y los niños que se asustaban
de la ceja del labio rotos de las vendas
que se arrastraban más cansadas
por el pasillo había
que tirar la toalla
no del combate el saco
la pera la boquilla todo
colgar los guantes
y lo que fue tu vida toda
en el gym y entre las cuerdas
bajarte para siempre
mirar por última vez desde la tarima
al público con el corazón como un pulpo
resbaladizo en el pecho
aguantar
saltar bailarín de la esquina
el sudor resbala por tu espalda
al menos ganar a los puntos
aguantar
esperar a la última campana
que cierre el round el combate
tu carrera resumida
en un fajín de victorias ya viejo
descolorido en sombras
como el cine
que quedó vacío
y que para ti solo
será noches de gran pantalla






