La playa donde nací y crecí. Ahí descubrí la vida y donde aprendí y asimilé el valor de la amistad. Muchas gracias. Tantos buenos recuerdos juntos me "aturuyan la cabeza" y ver esa arena y oler ese salitre me animan a vivir. Es mi lugar. La Laja y yo somos hermanos de la vida y del buen recuerdo. Mis cenizas se mezclará con sus erizos y buyones por toda vida. Gracias, de nuevo, por este inesperado regalo.
