Agustín Santana, 24.07.2024
En los años setenta del siglo pasado el comercio en Las Palmas de Gran Canaria se concentraba en la calle Triana y alrededores, conformado por pequeñas tiendas especializadas que daban un servicio personalizado en las familias propietarias y en unos pocos empleados que asumían la filosofía de la calidad.
Pastelería Morales, Supermercados Cruz Mayor, Bazar Nueva York, Calzados Rivero, Librería Hispania, Selecciones, Larra, Raxachs, Ferretería Las Columnas, Dulcería Parrilla, Almacenes Cardona.
El Turismo crecía sin parar y la población iba doblando cifras de años anteriores, y las grandes empresas de la Península se fijaban en Las Palmas de Gran Canaria que despuntaba como una ciudad joven, cosmopolita, alegre, con mucho futuro.
Eran los tiempos de la Máquina de Escribir Olympia Traveller y las Plumas Estilográficas Montblanc, de las Fotocopiadoras para las empresas, de los Telefax más avanzados y de las cartas escritas a manos que tardaban en llegar varios días a sus destinatarios.
Pero todo comenzaría a cambiar muy pronto, la tecnología investigaba y avanzaba presentando nuevos productos y los comercios se tenían que preparar para cambios profundos en la forma de llegar a los clientes.
Y llegaron los Grandes Almacenes y las Grandes Marcas que se posicionaron en primera línea para dar una vuelta completa al pequeño comercio, y abrieron los Grandes Centros Comerciales y la concentración de las ventas en unos pocos lugares de la ciudad.
Triana y Vegueta, nuestra parte antigua de la ciudad, tenían que reinventarse y tuvieron que pasar unos años de una profunda transformación.
En los negocios se hacen muchos conocidos y unos pocos amigos. Fue el caso de Arístides Jaén, primero, y Pedro Santos Jr. después. Cuando se tratan muchos intereses es muy fácil que las relaciones sean más bien profesionales y se acoten a las reuniones y a los acuerdos, a las comidas y a las anécdotas, a las cifras que satisfagan a todas las partes.
En aquellos tiempos tuve la suerte de encontrar a estas dos magníficas personas con los que empezaría a compartir algo más que números y acuerdos. Eran momentos de grandes cambios, la tecnología comenzaba a unir a las personas inmediatamente, la vida se volvía mucho más rápida, se hacía realidad la teoría de Zygmunt Bauman de los Tiempos Líquidos y pasábamos de una modernidad sólida y estable a otra líquida y cambiante.
Las personas siempre han sido importantes para los grandes éxitos de las empresas, pero con los grandes cambios que comenzaron se necesitaban lideres empresariales con mucha personalidad, con valores muy estables, gente de confianza y altamente preparados.
La Empresa, La inteligencia Emocional, las Familias, los Equipos de Trabajo, la delegación con responsabilidades. Y conocí a gente que se quedó para siempre, igual que Arístides y Pedro aparecieron Emilio Duró, Antonio Papale, Javier Morell, José María Garcia, Paulí Amat. Todos ellos dejaron en mi huellas que se han mantenido a lo largo de tantos años, aprovechamos bien los momentos, las reuniones, los viajes, las comidas, las largas sesiones de trabajo en los despachos, en las Convenciones o en las Ferias.
Pedro se fue a Tenerife donde estuvo más de diez años y después a Madrid con nuevas responsabilidades. Y después de muchos años volvió, a Las Palmas de Gran Canaria, a la ciudad donde nació y donde se formó para dar grandes saltos a nuevos retos profesionales.
Lo encontré por casualidad, sin esperarlo, y fue como si sonara una orquesta bien afinada expandiendo sus acordes hacia los grandes techos de la primera planta. Hace muchos años le dije que llegaría este momento. Y Hemos ganado, Las Palmas de Gran Canaria gana, nuestras empresas ganan, su empresa también y la familia y los amigos que dejó se sentirán más felices.
Ha regresado un Gran Profesional. Un gran Amigo. Un Caballero.