«Hasta finales del siglo XX, en el kilómetro cinco de la misma carretera, había un pequeño túnel rudimentario, muy cerca del sitio donde hoy está levantada la escultura El Tritón, conocido como Túnel de Telde.»
Túnel de La Laja. (Fotografía de Da Luz Perestrello, Internet.)

«A cuatro kilómetros de Las Palmas de Gran Canaria, se encuentra una hermosa playa de arena fina y oscura en forma de concha, de unos 1.200 metros de largo y de un ancho medio de 40 metros a marea vacía, que se llama Playa de La Laja.»
La Filosofía de la Playa de La Laja
Capítulo 1
Hubo un tiempo en que era conocida como “La Caleta de San Sebastián” y más tarde como “Fondeadero Puerto de La Lasca” porque en ella se apotalaban embarcaciones pesqueras de bajura. En el siglo XVI, el ingeniero italiano Leonardo Torriani, como técnico contratado por Felipe II destinado a Canarias, la incluyó en su magnífico mapa de la Isla de Gran Canaria con el nombre de “Playa de La Laxa”, hasta que, años después, quedó como definitivo el nombre con la que se le conoce hoy, “Playa de La Laja”, llamada así por la existencia de una cantera vertical de rocas basálticas de unos veinte metros de altura, situada en su margen poniente, de la que se sacaban rocas sedimentarias lisas y planas, llamadas “lajas” para ser utilizadas en la construcción. Estas obras de excavación fueron prohibidas más adelante por “la preocupación que causaba en las autoridades la extracción y el daño que hace la mar comiéndose la tierra donde quiera que la piedra se saca”.
Hasta finales del siglo XX, en el kilómetro cinco de la misma carretera, había un pequeño túnel rudimentario, muy cerca del sitio donde hoy está levantada la escultura El Tritón, conocido como Túnel de Telde. Desde allí, en el borde del risco llamado “Punta del Palo”, magnífica zona de marisqueo y de pesca, mirando hacia la playa, se podía contemplar como las olas de la marea llena de reboso golpeaban fuertemente contra los rompeolas de las casas situadas a pie de playa, levantando un espectacular muro de espuma blanca y agua que se elevaba cuatro o cinco metros de altura que, al caer, salía despedida de vuelta al mar encontrándose con la nueva ola que venía hacia la orilla, formándose, en el encuentro entre ellas, otro vistoso muro vertical, también de espuma y agua, que salía despedido hacia lo alto en diferentes direcciones. Siempre pensé que ese hermoso movimiento blanco y transparente era la forma que tenía la ola de protestar enérgicamente por habérsele impedido continuar su natural recorrido para morir descansada y mansamente en la orilla.
Las casas estuvieron en uso hasta finales de la década de los años noventa, que fueron expropiadas y derribadas para el ensanche de la antigua carretera y su transformación en la actual autopista.

Entrañable historia de » La Laja» , donde jugamos de pequeño, bonitos recuerdos de la familia, costumbres de la época en la playa que Néstor con excelentes letras nos hace llegar como un cuento o novela ; cada línea transmite intriga e ilusión por lo que contará después. Maravilloso!. Gracias Néstor por tu » relato » , ojalá no tenga fin !. Abrazos!. Jorge Padilla.
Muy acertado Jorge, ojalá y no tenga fin. ESte relato de La Playa de La Laja es un una pequeña joya sobre lo entrañable que eran las familias y los rincones de Canarias a mediados del siglo pasado. Deliciosamente contado. Tener a Néstor para que lo cuente es impagable. En esta web tenemos varios relatos suyos que están a disposicón de todos, y éste de La Laja, del que todavía nos queda por disfrutar tres capítulos más, espero y deseo que no sea el último. Tengo una petición para Néstor en la recámara. Saludos.
Este primer relato nos introduce en nuestra playa de La Laja con la sabiduría y el conocimiento de Néstor Doreste. Esas casas de otros tiempos tan llenas de vida y de sal. La descripción de la marea rompiendo contra los rompeolas es magistral. Muchas gracias Néstor, estamos esperando por los otros capítulos.
Este primer relato de Néstor nos revela su conocimiento sobre la playa de La Laja. Él es capaz de contar con gran maestría como descarga la marea su fuerza en los rompeolas; los inicios de esas primeras casas llenas de rostros, muchos de ellos desaparecidos, y apellidos conocidos. Muchas gracias, Néstor, felicidadeses por este relato tan bonito.
Querido Nestor. Me emociona que gracias a tu esfuerzo, se mantenga vivo el recuerdo de aquella playa que me vió crecer.
Impaciente por el próximo capítulo.