Me envían una entrevista que le hacen en Radio Las Palmas a Gustavo Socorro y como por arte de magia se empieza a escuchar de fondo la voz de Pepe Dámaso. La autenticidad de la conversación dio paso al encanto, a la fascinación.
Agustín Santana, 14.11.2024
La presentadora, creo recordar que se llama Dulce, hizo como el maestro de la Radio Jorge Alemán: Pepe Dámaso fue el protagonista, Gustavo Socorro un acompañante de lujo en la conversación y la presentadora la voz que hacía que todo se deslizara auténticamente, que saliera a borbotones la sensibilidad de los personajes, que tú, oyente, quisieras seguir escuchando, que no se acabara el tiempo de la radio.
Conocí a Pepe Dámaso hace muchos años, y quiero recordar algunos de los momentos en los que tuve la suerte de compartir con él un tiempo.

A finales de los setenta en Olympia Canarias dejamos de trabajar la línea de pintura profesional, y tenía en stock muchos productos de alta calidad de las marcas Talens, Rotring y otras. Antes de venderlos a bajo precio se me ocurrió darles un mejor destino: el taller de pintura de Pepe Dámaso en la calle Tauro de la Isleta.
En ese estudio estuve varias veces, donde los borradores de cuadros te despiertan la imaginación, las paletas y los paños manchados te abren los ojos, te predisponen a que algo pase, a que empiece el teatro, a que suene la música, a mirar a las paredes esperando que salgan paisajes, héroes, algún grito negro.

En 1991 estaba con mi novia, mi mujer, la madre de mis hijos, mi compañera desde los dieciséis años, en nuestro rincón favorito de Lanzarote, el Hotel Los Fariones.
El Premio Montblanc a la Cultura en Canarias era más que un proyecto, ya pensábamos en la primera edición de 1993 que dedicaríamos a la música. Llegaba el fín de semana y nos disponíamos a regresar cuando el secretario de César Manrique nos dice que el sábado se celebra el cumpleaños de César (¿o era la inauguración de su casa de Haría?) y que si nos quedábamos nos invitaba a su nueva casa en el pueblo de las mil palmeras.
Allí estaba Pepe Dámaso, con su amigo del alma, en aquella fiesta de la sencillez, de la familia, de los amigos, del pan recién salido del horno, con una fila de invitados detrás de César, saliendo desde el maravilloso salón hasta la entrada de la casa, donde el aroma de las migas abría el apetito.
Esta foto es uno de los recuerdos más bonitos que conservo. La magia de César, que inundaba todo, se unía a la brillantez de Pepe en su mirada y en sus gestos.

En todas las ediciones del Premio Montblanc a la Cultura en Canarias se paraba todo cuando Pepe llegaba. Era un torbellino de emociones y sentimientos que explotaban con su risa, con su mirada, con su alegría.

En mi etapa de Presidente de Las Palmas Acoge Pepe siempre estuvo presente. En esta foto estamos con Charly Ludevilla, artista congoleño albergado en nuestras instalaciones.
Celebrábamos la XXII Asamblea de la Red Acoge de España, que organizamos desde nuestra organización, y Charly dirigiría una de sus obras, en el CICCA, con diecisiete inmigrantes porocedentes de nueve países africanos.
