Mons. Prieto hizo hincapié en la necesidad de cuidar el Camino y su significado, destacando que, más allá de las motivaciones individuales, el peregrinaje a Santiago «representa un viaje con un punto de partida y una meta, un recorrido que para muchos implica un nuevo comienzo en la vida». Compartió también su experiencia personal con grupos de reclusos que han realizado el Camino, subrayando cómo esta vivencia les ha brindado un sentido de libertad y la oportunidad de reiniciar sus vidas.
La importancia de la comunidad y la compañía en el Camino fue otro punto clave en la intervención del arzobispo: «El encuentro con otros peregrinos se convierte en una metáfora de la vida misma, donde la compañía y la ayuda mutua son fundamentales». Enfatizó la importancia de la hospitalidad, señalando que «pone a prueba la calidad de la condición humana». Instó a todos.