Las sondas continúan activas después de casi 50 años , viajando más allá del sistema solar y enviando información desde lugares recónditos y desconocidos del espacios. Una de ellas, la Voyager 1 dejó de comunicarse con la NASA a finales del año pasado, y de hecho se pensó que esto suponía ya el final de una era en el ámbito de la investigación espacial, pero no ha sido así, porque después de unos meses sin recibir de ella nada que pudiera entenderse, hace unas semanas ha vuelto a transmitir mensajes perfectamente legibles. El caso es que lo que iba a durar 5 años, lleva camino de las 5 décadas y aunque lo cierto es que las sondas no dejan de sorprender, se estima que tienen combustible hasta poco más de 2025, momento en el que se apagarán y dejarán de emitir radiación para convertirse en dos objetos inactivos que viajarán por el espacio. En ellas viajan unos discos de oro con información de la tierra por si en algún momento se cruzan con otros seres inteligentes. De ello charlamos con Ana Galarraga, comunicadora científica de Fundación Elhuyar.