CACEREÑEANDO, por Juan de la Cruz. La Callejina

La callejina

PLAZA MAYOR, cáceres

JUAN DE LA CRUZ Jueves, 10 septiembre 2020

Periódico Regional Extremeño

Al revisar los nombres populares por el que son conocidas algunas calles cacereñas, además de los propios, se suele citar, generalmente, los mismos ejemplos. La calle de la Pulmonía, la Plaza de las Cuatro Esquinas, La Ronda, que, dicho sea de paso, tiene su encanto.

Siguiendo el Cáceres de aquellos tiempos, hay callejones y pequeñas calles, todas con sus particularidades e historias humanas, caigo en la cuenta en una rúa más estrecha que un silbido, pequeña, y en cuesta, que une las de Margallo y Barrionuevo.

Siempre en sombras, silencio y soledad, sin atractivo mayor que el tránsito vecinal de aquella zona, cada día un poco más alejada del centro de la ciudad.

Los que subíamos desde Margallo nos encontrábamos con el comercio de Mabel, la casa del maestro don Licerio Granados, señalado pedagogo, un colegio-residencia para bachilleres en el esquinazo de la izquierda, o con Juan Ramón Marchena, una institución.

Quienes bajaban desde Barrionuevo, entonces José Antonio, se encontraban de cara con el colmado de Cascos.

Un callejón que todos conocíamos popularmente como La Callejina y que tenía, probablemente, las siete casas que hay ahora pero en un estado lamentable. En ella sobresalía la figura de doña Quintina Román, maestra, madre de mi compañero y amigo Paco Sandoval y una mujer de negro, cosiendo.

Si acaso el callejón tendrá tres metros de ancho y unos sesenta de pronunciada cuesta. Por La Callejina, en ocasiones, los rapaces nos echábamos carreras hacia arriba, aunque a mitad de la cuesta nos faltaba oxígeno; de corretear hacia abajo, había que frenar casi a mitad para no acabar de bruces en el asfalto de Margallo.

La misma cuenta en la historia con sus nombres propios: Calleja de Moros y, desde 1893, Travesía de Margallo. Aunque un día a algún iluminado se le ocurrió darle el nombre de General Palafox, cuando hay paisanaje con sobrados méritos para prestar su nombre al rótulo de la que siempre fue conocida como La Callejina, un nombre tan popular y cacereño.

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