Un día de 1955 Luisa y Urbano, vecinos de Granadilla le comentaron a su hijo, Eugenio, de siete años, que tenían que abandonar el pueblo en el que vivían, porque se iba a construir un embalse…
Por Juan de la Cruz
Un día de 1955 Luisa y Urbano, vecinos de Granadilla le comentaron a su hijo, Eugenio, de siete años, que tenían que abandonar el pueblo en el que vivían, porque se iba a construir un embalse, cuyas aguas anegarían las calles, las casas y todo el municipio. Eugenio se asió al mandil de su madre, comenzó a llorar y sus lágrimas se unían, poco después, a sus amigos, a sus compañeros. Mas pronto que tarde tenían que abandonar el pueblo los 1264 habitantes porque así se había determinado desde el Gobierno.
Ni lágrimas de pequeños y mayores, ni quejas, ni perplejidad, ni historias familiares de largas generaciones. Una cruel decisión. El pueblo fue un clamor de crudezas humanas, que se manifestaba en todas sus gentes. Hombres, mujeres y niños, que no asimilaban en su sentido común lo que les negaba el Estado, que tan solo era continuar con su vida, aunque tuvieran que seguir pendientes de un hilo amenazador…
Hasta que comenzó a iniciarse ese largo desfile migratorio de todo un pueblo, Granadilla, que se unía, en definitiva, a las decenas de miles de extremeños que se marchaban, al otro lado de la linde regional, donde buenamente pudieran hacer frente a la vida. La mayoría de ellos se marcharon de Granadilla en carros tirados por burros o mulas, otros en camiones, incluso hubo quienes llevaron la marcha con vientos acaso desconocidos andando…
Atrás quedaban las calles empedradas, el castillo, la iglesia de la Asunción, el aliento vital y niño, los ratos jugando al marro, las piedras lanzadas con el tirador a los gorriatos, el aula escolar, conocida como La Serrana, donde aprendió las primeras lecciones e hilvanar las primeras letras, los huertos familiares con pepinos, tomates, lechugas, patatas, el toque de la flauta y el tamboril en las fiestas, bodas y otros… Todo “un proceso traumático no exento de polémica que aún perdura en el ánimo de quienes lo vivieron y sus descendientes”, tal como se lee en la página web oficial de Granadilla.