En una democracia real los extremos no tienen mucho recorrido.
Agustín Santana, 11.08.2023
En España estamos viviendo los peores momentos políticos de toda la Transición. Toda acción en la vida se puede convertir en una inversión o en un costo, y en nuestro país la vida politica en general se ha ido deteriorando tanto en los últimos años que sus decisiones se están convirtiendo en un tremendo costo para el futuro.
Podemos apareció en la vida política porque todo grupo necesita de líderes, y el movimiento 15M después de sus acampadas y protestas no tenía futuro sin una organización politica que defendiera sus ideales. Y entonces aparecieron los profesores de la Facultad de Ciencias Políticas en Madrid para tomar el mando de la indignación del pueblo.
Pero ese movimiento nació con el slogan «Democracia Real ya», y esos líderes con Pablo Iglesias a la cabeza, en cuanto cogieron el poder, se olvidaron por completo de la democracia real y empezaron a practicar el ordeno y mando, en petit comité y a voces, en el partido y en el Gobierno de España. Y perdieron los papeles y convirtieron a todo un gobierno en otra acampada dentro de las instituciones y fuera de ellas, en los ministerios, en el partido y en las calles.
Y un partido político nacido de Somosaguas y de Vallecas se rindió al poder y al dinero, ya no tenía valor la democracia real ni las necesidades del pueblo.
Y Pablo Iglesias se rindió tanto al dinero que a los cuatro años de estar en política cambió su piso de Vallecas por un chalet de millonario con piscina y casita para los invitados. En solo cuatro años. Y los demás dirigentes del partido querían imitarle, todos querían su chalecito. Su verborrea de todo para todos se convirtió en todo para mí y si sobra algo para el pueblo. Y ahí empezó el fín de Podemos.
Los disparates y las alucinaciones de sus dirigentes, sin formación, sin experiencia, sin métodos económicos o científicos, solo con el pensamiento único de sus ideales, no encontraron resistencia en el propio Gobierno de España, cuyo Presidente, para mantener el poder, les permitía que hicieran y deshicieran todo lo que se les antojaba en sus ministerios.
Y esta falta de respuesta trajo una reacción en el mundillo político y nació VOX para contrarrestar a esa extrema izquierda que solo es izquierda en los papeles. Y empezaron arrasando llegando a tener más de cincuenta diputados en el Congreso.
Se emborracharon de poder y las encuestas les situaban como apoyo necesario al Partido Popular para formar gobierno, y ya se veían en el Gobierno de España. Mayoría Absoluta, y ellos con la llave del poder. Y pensaron que si Podemos, diciendo cada vez más disparates extremistas, había alcanzado una Vicepresidendia y varios Ministerios, vamos nosotros a decir más disparates ahora por el otro lado del extremo y a conseguir lo mismo: manejar el Gobierno.
Y se dedicaron en las dos semanas anteriores a las elecciones de julio a decir las mayores burradas para atraer a más votantes del Partido Popular y conseguir más poder, y así estuvieron insistiendo en el aborto, en los LGTB, en los inmigrantes y hasta llegaron a decir que si ganaban incendiarian a Cataluña.
Y pasó lo que pasó: despertaron al electorado socialista, que no quería votar a Pedro Sánchez, por puro sentido común, por amor a su partido, y decidieron que antes que permitir que éstos voceros trogloditas gobiernen, que nos gobierne el insulto presidencial que es el líder actual de su partido, el inigualable guaperas de camino altivo y consdescendiente.
Desaparece Podemos, y desaparecerá Vox, y España se va a quedar, por mor de estos impresentables personajillos en manos de veinte y cuatro partidos que pedirán, todos y cada uno, su parte del pastel, su trozo de España a repartir, sus condiciones laborales y sus sueldos que no conseguirían jamás en la empresa privada, con un objetivo: vivir en un chalet con piscina y con casita de invitados en Galapagar.