A mi amigo Pascual. Pandilla del Parquillo (1960-1980)

Agustín Santana Correa, 04.09.2025

A mi amigo Pascual. Pandilla del Parquillo (1960-1980)

Nos conocimos con apenas nueve años, unos chiquillos llenos de la felicidad que se tenía entonces impulsada por los juguetes hechos a mano, la pelota de trapo, las espadas de madera, el juego con las chapas y las alcantarillas, el juego del burro, las carreras dando la vuelta a la manzana.

La calle Jerónimo Falcón entre Tomás Morales y Angel Guimerá y el Parquillo de la Plaza del Obelisco era nuestro centro de vida y de operaciones. En aquellos tiempos la pandilla era lo más sagrado, pero tenía algo distinto a las demás, era una pandilla abierta, a todos los que querían participar con nosotros, siempre y cuando tuvieran los mismos objetivos.

La amistad y el cariño, el apoyo mutuo, la alegría de encontrarnos todos los días, los juegos alrededor del Parquillo, conformaban un grupo feliz que disfrutaba con las cosas más sencillas. Colarnos en el Cine Rex al descanso, con un helado recién comprado para despistar y sentarnos al final de todo era una de nuestras tardes más interesantes.

Jugar al fútbol en el campo donde hoy está el edificio entre Galo Ponte y Alfonso XII, apartando las rejas que lo cerraban todo alrededor, entrando y bajando al paraíso del fútbol en que convertíamos aquel enorme solar en nuestro estadio de juego. Algunas veces aparecía el guardia municipal, vestido de blanco con el salacot sobresaliendo y tocando el pito como si no hubiera un mañana, y las carreras nuestras para salir corriendo por el otro lado. El guardia sabía que no podía alcanzarnos, así que aflojaba la carrera hasta que alguno de los nuestros soltaba aquello de “guindilla”, que le reactivaba de nuevo en la persecución para aflojarse de nuevo al ver que nos alejábamos cada vez más.

Los estudios también formaban parte de nuestra vida, y las familias, y la Playa de las Canteras, y los paseos en la calle Triana, los niños por un lado y las niñas por otro, todos vestidos de domingo, un mundo distinto y distante que ha ido desapareciendo con el paso del tiempo, quedando ya en un recuerdo para los que ya somos mayores y en algo impensable e imposible para nuestras nuevas generaciones.

Han pasado ya más de sesenta años y lógicamente nuestras vidas fueron tomando cada una sus caminos, aunque siempre quedando el sabor dulce de aquellos helados trampa, el grito del salto al burro o el de guindilla no nos coges.

Descansa en paz querido Pascual, seguro que te encontrarás con Suso, con Yoyo, con Lin, con Chago y con tantos otros que estuvieron con nosotros en aquella pandilla de amigos que nos formó como jóvenes y como hombres de bien.

Hasta pronto querido amigo.   

1 comentario en «A mi amigo Pascual. Pandilla del Parquillo (1960-1980)»

  1. Que bonito repaso sobre tu infancia con este amigo y muchos otros de aquella época. Recuerdos que para el resto de tu vida en tu tierra serán un …. gracias Agustin por compartir esto con nosotros

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