2025: Un cuarto del siglo XXI.

De otro lado tenemos que reflexionar por qué la pobreza y la exclusión social sigue avanzando, por qué sigue habiendo muchas necesidades en buena parte de la población que no se ve favorecida por estos avances tan importantes.

Agustín Santana, 30.12.2024

En 1999 cerrábamos el año con la incertidumbre sobre el cambio de siglo y de milenio y lo que afectaría a los ordenadores que solo hubieran sido programados con dos cifras. Quizás se podría retroceder a 1900 afectando entonces a sectores estratégicos y críticos. Afortunadamente no pasó nada de eso.

Ahora llegamos a cumplir el primer cuarto de siglo y los temores son otros, también relacionados con las nuevas tecnologías pero ahora pensando en los delitos cibernéticos y en como minimizar este problema.

El reto tecnológico está en la fusión de todas las facetas que hasta ahora han ido cada una por su camino, la Inteligencia Artificial, la neurotecnología, que desarrollarán los robots y los drones. ¿con qué nos encontraremos?

La tecnología está cada vez más presente en nuestra vida, nos condiciona y nos favorece, y nos va a acompañar en cada decisión que tomemos.

De otro lado tenemos que reflexionar por qué la pobreza y la exclusión social sigue avanzando, por qué sigue habiendo muchas necesidades en buena parte de la población que no se ve favorecida por estos avances tan importantes.

Hemos dejado de hacer trabajos muy duros físicamente, que hasta hace poco complicaban aún más la vida de los más desfavorecidos, pero a pesar de todas las mejoras tecnológicas la pobreza sigue ahí, la exclusión social no se ha vencido, podemos ver personas durmiendo en nuestras calles, la inmigración sigue sin tener soluciones correctas porque políticamente no hay acuerdos que salgan de análisis reales de sus causas y de sus consecuencias.

En España vivimos momentos muy delicados, donde la clase media ha ido desapareciendo fagocitada por los intereses políticos y financieros, y siendo desplazada por funcionarios públicos cada vez mejor pagados, por encima de los empleos privados.  

Esto hace que se burocratice la vida y se pierda vitalidad económica, que todo lo domine la política y el dinero, y que la pobreza siga como está, anclada como en el pasado, sin que los magníficos sistemas novedosos les ayude a mejorar su posición.

La conclusión es que el dinero sigue mandando, la avaricia sigue intacta, los países donde acampan los dictadores son cada vez más pobres y la vida se moderniza pero no la humanidad.

Seguimos tropezando en la misma piedra, una y otra vez. Pero no podemos perder la esperanza, la esperanza de conseguir un mundo más justo, donde no exista el hambre, donde no haya guerra, donde no mueran los inocentes.

2025 está aquí y ojalá que sea mejor que el 2024, pero no para unos pocos sino para todos.  

Feliz 2025.

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