¿QUO VADIS IZQUIERDA?

El Presidente Sánchez, con todo este lío que ha montado para gobernar, en aras de un progresismo inexistente en sus políticas reales, le da también para apoyar a un dictador que en Venezuela tiene presos en sus cárceles a unos treinta colaboradores de la Oposición.

Agustín Santana, 30.09.2024

La Ultra Derecha acaba de ganar las elecciones en Austria y, según he leído, este Partido de la Libertad ha sido fundado por antiguos nazis, y Alternativa para Alemania parece que va entrar a un estado federal alemán, por primera vez, desde la Segunda Guerra Mundial.

En el Parlamento Europeo también se ha dado un giro hacia la Extrema Derecha y la tendencia es muy posible que continúe.

Este giro no se produce por un cambio de tendencia en la sociedad, bajo mi punto de visto se está generando desde los propios políticos, desde los partidos políticos.

Las ideologías se han ido perdiendo cada año más, los partidos políticos han ido cambiando sus ideas y han ido reforzando el concepto de poder y dinero por encima de todo. Hay que ganar el poder, el gobierno, usando todos los métodos necesarios, atacando a los contrarios políticos, mintiendo todo lo que haga falta, haciendo promesas que nunca se podrán cumplir, usando un marketing potente que sitúe a sus líderes como objetos del deseo de la muchedumbre, como un estereotipo que hay que imitar, como un pequeño dios que sabe y puede todo.

¿Y a quién hay que apoyar, y en quién hay que apoyarse? Analicemos por ejemplo en nuestro país, a nuestro Presidente Pedro Sánchez. Su ideas de socialdemocracia las ha ido girando hacia la extrema izquierda, y se ha apoyado para ganar la gobernanza en múltiples partidos de esa extrema izquierda, que no tiene mucha representación, que tienen argumentos muy extremos alejados del principio de la Prudencia Política, y que tienen como objetivo gobernar por encima de todo.

Pero si con eso no le ha dado para ganar no ha dudado en apoyarse también en partidos de la extrema derecha, como Junts per Cataluña, que tiene como principio ideológico odiar todo lo que sea España.

El hastío de la sociedad ante tanto desatino político está estallando poco a poco.

Y si no había sido suficiente con los pequeños partidos de la extrema izquierda pasó, antes de abrazar a los de Puigdemont, a abrazar a todos los partidos independentistas que tienen como objetivo separarse de España.

Con todo este lío que ha montado para gobernar, en aras de un progresismo inexistente en sus políticas reales, le da también para apoyar a un dictador que en Venezuela tiene presos en sus cárceles a unos treinta colaboradores de la Oposición, unos veinte desde enero hasta el día de las elecciones el 28 de julio, y otros diez que han ido encarcelando después.

No hay error en esta afirmación: Hay vídeos, que cualquiera puede ver, donde se ve a civiles encapuchados tirar la puerta de la casa de estos políticos, en horas de la madrugada, y llevárselos a la fuerza haciéndolos desaparecer para sus familiares desde entonces.

Solo hay que ver los vídeos de Nicolás Maduro para saber que es un dictador, muy peligroso para la sociedad venezolana que aspire a expresarse libremente. Es él o el caos, la cárcel, la tortura, quizás la muerte.

A este personaje criminal apoya el Ex Presidente Zapatero y el Presidente Sánchez.

Con todo esto la reacción de la sociedad española se va a ir inclinando cada vez más hacia la extrema derecha, al lado contrario de esta posición política que la mayoría, la gente de bien, no quiere.

Afortunadamente en España está en medio el Partido Popular que espero pueda parar esa deriva. Se perdió la oportunidad de tener un centro político con Ciudadanos, producto como siempre de los esquemas del poder y de los líderes, y ahora lo que queda en España para parar a los dos extremos es el partido de Feijóo.

El mundo, y España, necesita de una Izquierda real, la de los ideales de la sociedad por encima de todo, y de una derecha que piense en el individuo como motor de la vida. Y esa diferencia política, sin convertir a los gobiernos en dueños y señores de todo un país, y sin llegar al libertinaje, esa diferencia es la que puede inclinar la balanza para que no existan dictadores que su fin último es gobernar por encima de todo, y mucho menos dictadores que encarcelan y torturan a los que no están de acuerdo con él.

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