Las primeras elecciones después de la dictadura se preparon, inteligentemente, con las listas cerradas. Pero lo que se hizo para una sola vez ha continuado cuarenta años después
Agustín Santana, 02.12.2023
Lo mismo ha ocurrido con el sistema electoral canario, que nació para proteger a las islas pequeñas y ahora se puede ver que un político con diez mil votantes puede tener más poder que los elegidos por cientos de miles.
Es la normalidad de la anormalidad que a los políticos les interesa no cambiar. No les interesa que se pueda votar a la persona, siguen con listas cerradas donde todos tienen que obedecer al líder.
En los cuarenta años de democracia los partidos políticos han ido afianzando todo lo que les interesa para gobernar, y han estado haciendo acuerdos con partidos nacionalistas, a cambio de sus votos, para conseguir el poder. Y a la vez consolidando y reforzando a esos partidos que solo miran para sus intereses y no para los intereses generales de España.
Y se han dedicado, con normalidad, a nombrar a los jueces que les gusta al PSOE y al PP, manejando los dos partidos al poder legislativo. Y cuando llega un desaprensivo que lo quiere todo para él estalla la bomba. Y han aceptado más y más y más.
Y se ha ido aceptando, legislatura tras legislatura, hasta que ha llegado Sánchez, y como los necesita para gobernar, y quiere gobernar por encima de todo les ha dicho que pongan ellos las condiciones. Y ha aceptado todas las condiciones que le han puesto.
Y hoy, sábado 2 de diciembre, se reúne el Partido Socialista de España, fuera de España, con un partido nacionalista minoritario, con un mediador de por medio, para que indique si es correcto o no lo que se decide para España.
Un mediador para negociar entre un partido minoritario, cuyos líderes son fugados de la justicia española, con el partido que gobierna en España.
Un despropósito mayúsculo que anula la dignidad de un gran país en favor de un delincuente fugado y de su partido insginificante en la esfera política española.
Todo por gobernar, Sánchez acepta matar la dignidad de nuestro país porque así se lo exige un delincuente.
La clase política española, toda ella desde la transición hasta aquí, es culpable de esta afrenta a los españoles. Porque han forzado a los partidos a normalizar lo anormal, y los partidos lo han aceptado.
He estado clamando, desde hace meses, para que la Sociedad Civil Española despierte, y empiece a no aceptar lo que no es normal.
Y tengo la impresión de que nuestra Sociedad Civil está empezando a actuar, y tengo la esperanza de que se una para decir a los políticos que hasta aquí hemos llegado, que no más. Que la democracia tiene tres poderes y ninguno se puede adueñar del otro.