Hermosas palabras de un extraordinario ser humano cuya enorme bondad, honradez y buen hacer no tuvo cabida en el sucio mundo de la política actual, que es un depósito de basura maloliente y perversa, donde los gobernantes sólo tienen como objetivo repartirse entre ellos el dinero que roban, sin que los ciudadanos de este mundo podamos hacer nada porque las leyes dictadas por ellos oficializan esa clase de delitos. El dinero público, que sólo pertenece al pueblo y, por lo tanto, es sagrado, este numeroso grupo de desalmados oficiales, lo utiliza para enriquecerse ilegalmente.