«Cuando un pueblo carece de pensamiento propio, cuando no le dejan expresar sus sentimientos, cuando los símbolos, el lenguaje y los ritos no traducen sus entrañas, la identidad no existe. La única forma de desbloquear esto es desmontando la ideología que hizo crecer este carácter y eso se hace, entre otras cosas, potenciando los contenidos canarios en los colegios.»
«Las Universidades Canarias deben encargarse de redactar una nueva y verdadera Historia de Canarias para ser distribuida gratuitamente en todos los colegios e institutos.»
Néstor Doreste Padilla, 11.09.2024
El hombre y la mujer canarios
La Identidad Canaria la constituye los elementos reales y peculiares de nuestro pueblo que conforman nuestro modo de ser y de sentir, tales como son la raza, cultura, lengua, historia, geografía, etc. La Canariedad es el orgullo de pertenencia a nuestro pueblo y la Conciencia de Canariedad es la asimilación por el pueblo de las cosas que nos diferencia de otros.
En la actualidad hay una gran cantidad de canarios que no son capaces de captar las peculiaridades de nuestro pueblo por varias razones. Una es la nula involucración de las políticas de los gobernantes canarios en la cultura canaria y la otra es la divulgación de una historia canaria que no recoge la verdad de lo ocurrido, lo que ha provocado una infravaloración del modo de ser canario en las últimas generaciones.
Al no existir sentimiento de canariedad no hay identidad y hay sectores muy amplios de nuestra sociedad que carecen de conciencia de canariedad porque no son capaces de captar que somos diferentes a otros pueblos.
En nuestro caso, el paisaje, nuestro entorno, ha tenido gran importancia en la construcción de nuestra personalidad porque se ha introducido dentro de nosotros. Por eso, el mar, la tierra y el agua han sido y son elementos básicos en la vida del hombre y de la mujer isleños.
La historia de Canarias se ha escrito en torno al mar, pues fue por donde vinieron a las islas los piratas, los comerciantes y los conquistadores castellanos y por donde salieron y salen los emigrantes y nuestros productos de exportación.
Referente a la tierra, la población rural ha estado trabajando en la agricultura hasta la aparición del turismo y en cuanto al agua, ha sido un rasgo nuestro muy influyente en la economía, en la política y en la sociedad. Las lluvias condicionan la realidad de Canarias con sus temores, incertidumbres y esperanzas. Júbilo en los años buenos y angustia en los años malos.
El agricultor canario depende de las estaciones y la cosecha supone un triunfo o un fracaso, según sean buenas o malas, y el pescador vive condicionado al mal tiempo o a las bonanzas del mar. Un día hay pescado y otro no lo hay. Esa permanente inseguridad se exterioriza y hace que el hombre y la mujer canarios, en compensación involuntaria, sean hospitalarios y generosos, aunque, contradictoriamente, también son calculadores, ahorrativos, abiertos y socarrones.
El canario es una persona que siente más que habla. Su alma camina según se muestran los diferentes matices de la naturaleza en la que vive y esto hace que sea un pueblo cerrado y abierto a la vez. Cerrado porque vive en islas pequeñas y lejanas, incomunicado con otras culturas. El mar es su frontera. Y abierto porque ha sabido utilizar muy bien ese mar como una ruta de conexión con otros pueblos.
Una prueba de esto la tenemos en la música canaria, que es monótona, como es el trabajo del campo, es ingenua, dispone de una temática muy reducida y es melancólica, con un inconfundible trasfondo de tristeza.
En la historia falseada de Canarias que hoy se nos cuenta, apenas se menciona el enorme acoso de los piratas que sufrieron las islas y el carácter violento de la incursión de los conquistadores castellanos, que eliminaron completamente las sociedades canarias e instalaron a la fuerza un sistema feudal y caciquil con perfiles de esclavismo. Se creó una estructura económica con una total dependencia del exterior y una constante explotación esclavista terminó trayendo penuria, hambre y analfabetismo, hasta que, con el tiempo, terminó desembocando en una importante emigración.
Esta es una realidad que los libros de historia no han recogido, a pesar de que son datos que aún viven en nuestro pueblo. Los textos sólo citan hechos aislados que han sido narrados desde una única ideología de intereses, lo que la hace incompleta y falsa y donde apenas se habla de nuestro auténtico pasado indígena.
Es por ello por lo que el pueblo canario carece de conciencia histórica y por lo que ha perdido todo vínculo con su pasado. Esta circunstancia es gravísima porque ese pasado tendría que habernos inculcado las primeras raíces de nuestro origen y aportado conciencia de identidad. Esta historia falsa de la conquista ha impedido que el canario no viva ese importante vínculo con su pasado indígena. Nos han hecho ver que nuestros aborígenes eran primitivos, salvajes, bárbaros y detestables y esa falsa sensación ha provocado que al hombre y a la mujer canarios les falte hoy las bases necesarias e importantísimas para tener identidad.
Cuando un pueblo carece de pensamiento propio, cuando no le dejan expresar sus sentimientos, cuando los símbolos, el lenguaje y los ritos no traducen sus entrañas, la identidad no existe.
Hay que tener en cuenta que el pueblo quedó desintegrado, se desguazaron sus organizaciones, fueron desmembradas sus tribus, destronados sus jefes, cerrados sus santuarios, ocupadas sus tierras, sometidos sus hombres y mujeres, eliminadas sus costumbres. Los aborígenes canarios vieron acabada su existencia como pueblo en una conquista cruel, traumática y muy violenta y cruel. Se exterminó totalmente la cultura aborigen y se implantó, desde el mismo día de la conquista, la cultura hispánica. El pueblo ya no fue pueblo y eso supuso casi el fin de los indígenas canarios como grupo humano, como colectivo.
El autosuficiente y cruel conquistador no quiso comprender nunca al canario, del que sólo valoró su tierra con el único objetivo de que se siguiera ensanchando Castilla. Los pocos sobrevivientes se entrecruzaron con la población conquistadora y es así como aparece el mestizaje, aunque está demostrado científicamente que la base racial de la población canaria sigue siendo la aborigen.
La aniquilación cultural, la explotación económica y la opresión social alcanzaron muy pronto el objetivo de convertir al canario en servidor del español, de forma que se sometiera a su amo como única posibilidad de sobrevivir, con lo que se desarrolló una conciencia en el subconsciente de ambos, la del que se sabe superior y la del que se subordina, el vasallo, rol que ha permanecido de forma inconsciente hasta nuestros días, de tal forma que nos hace poseedores de un carácter pasivo y receptivo. Esperamos recibir del exterior lo que necesitamos.
A raíz de la conquista, la pérdida de los marcos habituales, su sustitución por otros extraños y la ausencia de condiciones para sentirse feliz crean en el hombre y en la mujer canarios un desarraigo y una frustración que consolidan un pueblo inseguro e inestable porque se siente sometido en todo momento a intereses políticos y comerciales ajenos.
Cuando un pueblo carece de pensamiento propio, cuando no le dejan expresar sus sentimientos, cuando los símbolos, el lenguaje y los ritos no traducen sus entrañas, la identidad no existe. La única forma de desbloquear esto es desmontando la ideología que hizo crecer este carácter y eso se hace, entre otras cosas, potenciando los contenidos canarios en los colegios
Para rescatar la canariedad a través de un proceso de auto construcción hay que procurar captar nuestra realidad, valorarnos como pueblo y estimarnos a nosotros mismos como sujetos y para lograrlo es absolutamente necesario expulsar de nosotros aquella imposición externa que se ha internalizado, sin nosotros saberlo, en nuestra conciencia como pueblo.
Los sentimientos de apropiación indebida, de sometimiento, de ocupación violenta de nuestra geografía, de implantación a la fuerza de una cultura extraña y de que se impusiera un sistema económico desconocido tienen que ser eliminados, que no olvidados, de nuestro interior si queremos que nuestro pueblo se desarrolle de forma fluida y auténtica.
Aquel pueblo canario que fue inferiorizado se vio obligado a asimilar las convicciones y las doctrinas de otra cultura diferente porque los conquistadores excluyeron de sus principios todo lo canario y lo hicieron sabiendo confundir al aborigen para que aceptara su propia ignorancia.
Para que también se eliminen esos sentimientos negativos que aún viven en el canario es necesario, además, que se impulse la canariedad abriéndose en todos los frentes y que seamos capaces de crear una cultura propia para que, de esta forma, el pueblo se constituya en promotor de su propia identidad. El rescate de elementos autóctonos de nuestra cultura nos permitirá recomponer las piezas sueltas de nuestra historia.
La certeza de nuestro pasado, la redacción de la verdadera historia y la incorporación de lo “nuestro” a la expresión cultural canaria, son totalmente imprescindibles para recuperar nuestra identidad como pueblo y crear nosotros nuestro propio futuro, frente al que nos ha sido impuesto que, si permitimos que permanezca, será peligrosamente continuista y doloroso.
Ese futuro es posible a través de una práctica liberadora que posibilite la auto afirmación del hombre y de la mujer canarios dentro de una postura responsable hacia la sociedad canaria del mañana y eso lo podremos hacer desde el presente, sólo si tenemos una visión proyectista para convertir el futuro en algo esperanzador.
Las Universidades Canarias deben encargarse de redactar una nueva y verdadera Historia de Canarias para ser distribuida gratuitamente en todos los colegios e institutos, se deben introducir contenidos canarios en la enseñanza y deben crearse consejerías en los Cabildos y en el Gobierno de Canarias y concejalías en todos los Ayuntamientos de las islas de “Recuperación de la Canariedad”, situando al frente de ellas sólo a personas comprometidas con nuestra tierra con el objetivo de rescatar, respetar y potenciar nuestra cultura, evitando que la política partidista interfiera en su desarrollo.
Si seguimos como hasta ahora, Canarias seguirá siendo un pueblo inerte, sin historia y sin identidad, que flotará siempre dependiendo de otros y que, con toda seguridad, hará que continúe sintiéndose desorientado, vacía y sola.
Néstor Doreste Padilla (05.09.24)