La inmigración, fenómeno complejo y necesario.

La llegada de inmigrantes crecía y crecía así que los servicios que prestábamos en Juan Rejón y en Salvador Cuyás eran insuficientes

Agustín Santana, 16.10.2023

En diciembre de 2003 compré la empresa Olympia Canarias, la empresa de toda mi vida, como consecuencia del final de Olympia Werke Ag que había sido comprada por Olympia International Holding. La compra de inversores chinos a la empresa alemana marcó el final de una etapa iniciada a principios del siglo pasado, con la fabricación de las máquinas de escribir Olympia, que inundaron años más tardes, por su calidad, las grandes empresas y también las pequeñas y medianas.

En ese momento tuve que dejar Las Palmas Acoge.

Diez años antes el jesuita Fernando Motas, Párroco de la Iglesia de la Luz, convenció a un grupo de gente que intentábamos hacer algo en La Isleta, a través de la parroquia, para afrontar el reto de la creciente inmigración en Canarias. Nos habló de Las Palmas Acoge, que contaba solamente con un presidente y un coordinador, con muy poco presupuesto, en un despacho de Cáritas Diocesana en la Avenida de Escaleritas.

La Provincia, 26.04.1004

Y con mucho entusiasmo nos reuníamos por la noche, después de nuestros trabajos, para seguir la locura de la esperanza que nos impulsaba Fernando.

Alquilamos una casa muy vieja en la calle Juan Rejón que teníamos que acondicionar y asegurar, así que montamos un andamio y guiados por nuestro querido Jaime Rodríguez raspábamos las paredes y pintábamos encaramados a tres metros de altura.

Y en unas semanas teníamos preparada la primera sede de Las Palmas Acoge en Canarias.

Era una casa pequeña pero con un albergue en la calle Salvador Cuyás dábamos servicios de clases de español de duchas, de cama, cena y desayuno, y había acuerdos con Cáritas y Cruz Roja y se garantizaba la atención médica.

La llegada de inmigrantes crecía y crecía así que los servicios que prestábamos en Juan Rejón y en Salvador Cuyás eran insuficientes y con el apoyo de la Consejería de Asuntos Sociales del Gobierno de Canarias compramos dos edificios, uno central con oficinas y servicios en la calle Tecén y otro para reforzar el albergue y los servicios en la calle Tinguaro. Y abrimos centros en Vecindario y en Lanzarote.

Y fuimos a Bruselas en busca de apoyos, y coordinándonos con la Red Acoge de España manteníamos todos los servicios que ayudaban a que los inmigrantes tuvieran un punto de referencia, una formación para buscar empleo, un abogado para regularizar su situación, un albergue para vivir dignamente, un médico para atender sus enfermedades.

La Red Acoge de España decidió celebrar su XXII Asamblea Ordinaria en nuestra ciudad.

Y nuestro pintor Pepe Dámaso creó un cuadro para la ocasión, su obra “Grito Negro”, de 75×52 cms, con motivo de la XXII Asamblea General Ordinaria de Diciembre de 2002. Y distribuimos sesenta Litografías firmadas por el autor entre todas las Acoge de España y las instituciones que nos apoyaban,

Sabíamos que el fenómeno de la inmigración no pararía, que seguiría aumentando, y hoy lo estamos viviendo. Pero por la falta de fondos tuvo que cerrar hace ya unos años. Los edificios de Tecén y Tinguaro están cerrados y deteriorándose cada día más.

Este artículo es un reconocimiento a todos los colaboradores que tuvo Las Palmas Acoge. A los profesionales que dieron lo mejor de su vida para hacer posible convertir las lágrimas de los inmigrantes en alegría por intentar conseguir un futuro digno para sus familias. A los voluntarios que después de su trabajo dedicaban sus horas libres a dar clases de español, a repartir comidas, a atender las necesidades legales y sanitarias de tanta gente que huía de la guerra y de la muerte por inanición.

Y a todas las personas que participaron en las juntas directivas desinteresadamente, con reuniones nocturnas y con responsabilidad para hacer posible el esfuerzo de trabajar por los más necesitados.

Y al jesuita Fernando Motas, por su contagio de la esperanza. Nada de esto habría sido realidad sin su entrega a los demás. Y a Manolo Dévora, por seguir después de diciembre de 2003 con un esfuerzo encomiable y una entrega total a un fenómeno tan complejo y necesario. La Universidad de Adeje de Verano de 2002 lo reflexionaba con Jerónimo Saavedra de director.

 

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