Muchos nos hemos quedado tristes y sorprendidos de ver a jóvenes que bebían y bailaban felices por la vuelta de la luz el pasado día 28. Frivolidad en las terrazas, falta de ética y de moral en la política.
Esa celebración por la vuelta de la luz refleja el nulo sentido crítico de esos jóvenes, que valoran muy positivamente que la luz se haya ido, para estar horas de fiestas en la oscuridad, y que levantan sus copas para celebrar que de nuevo haya luz.
El Presidente del Gobierno tarda seis horas en dirigirse a la población, y lo que hace es alabar a la sociedad española por la cívica respuesta a un problema tan serio, pedirle responsabilidad ante la situación, echarle la culpa a las empresas energéticas privadas y, a la derecha política, por criticarle en vez de alabar que hayan resuelto el gran problema en sólo doce horas.
Lo peor no es que tengamos un presidente que miente y tapa sus responsabilidades con total frialdad, lo peor es que la sociedad le compra ese argumento preparado y falso y se queda tan campante: ya está resuelto, ya tenemos luz, a seguir bebiendo y celebrando la vida insensatamente.
Esta es la España de hoy, un país que pierde aceleradamente el prestigio como pueblo, aquel prestigio que se ganó con la Recuperación después de la Guerra Civil, a pesar de tener un dictador a los mandos, y sobre todo el ejemplo que dio como pueblo en la Transición desde la Dictadura a la Democracia. Todo ese prestigio acumulado comenzó a derribarlo José Luis Rodríguez Zapatero y lo está rematando definitivamente el embustero profesional de Pedro Sánchez.
¿Y la Oposición, los demás partidos políticos? Ni está ni se le espera. Siguen surfeando como pueden los impactos de las enormes olas, el Covid, la Dana, el Gran Apagón, y a seguir aguantando hasta que venga una mejor oportunidad.
La Moral y la Ética Pública se la han ido cargando poco a poco, poniendo por encima ideales y objetivos de partido y personales, con una desfachatez asombrosa, sin que haya reacción ni de los políticos ni de la sociedad.
Mientras estábamos en la oscuridad se dio a conocer que al hermano del Presidente el juez lo manda a juicio, y que al hijo del Presidente del Constitucional le nombran Directivo de Telefónica, con un sueldo de más de 100.000 euros. ¿Méritos? Ninguno, tiene treinta años, sin una gran experiencia laboral, sin formación específica que le avale: es el hijo de Conde Pumpido.
Mientras tanto la Presidente de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, responsable segunda de quedarnos sin luz, después del Presidente del Gobierno, se esconde y huye para no perder el sueldo de 546.000 euros. No estoy en contra de que los máximos responsables de las grandes empresas tengan esos sueldos, siempre y cuando la empresa sea privada, nunca cuando una empresa es pública.
Y lo peor de todo es que Corredor no tiene ningún mérito profesional para ocupar ese puesto y ese sueldo, no tiene formación ni experiencia en energéticas, está ahí por ser del PSOE.
¿Qué ha pasado con la Moral y la Ética Pública? Se ha desvanecido, esfumado, en medio de una sociedad anestesiada que pagará muy caro, en unos años, la corrupción y los desatinos de hoy.
¿Quién lo pagará? Los ricos no, los políticos tampoco.