EL REINO DE VENEZUELA, Infierno en la Tierra.

Los Jubilados cobran una pensión de unos tres euros. La mayoría de los trabajadores, como los Maestros, tienen un sueldo desde diez euros, y en las empresas privadas pueden llegar hasta los 200 euros al mes.

Agustín Santana, 09.09.2024

EL REINO DE VENEZUELA, Infierno en la Tierra.

En tan solo cuarenta días Venezuela se ha erigido como el Reino más importante de Latinoamérica y quizás del mundo. Al menos del mundo libre.

Venezuela está regida por un Soberano, que ejerce el poder en nombre de Dios, y apoyado por cuatro Nobles que controlan toda la vida social y política del país. La vida cultural no existe porque no existe en su Rey ni en sus cuatro Virreyes.

Estos cinco mandamases poseen aviones privados, en el caso del Rey tiene a su disposición tres aviones en todo momento, y todos ellos además cuentan con varios bunkers, algunos cercanos a los aeropuertos, por si en algún momento tuvieran que salir desesperadamente del Reino.

Cada uno de ellos pueden celebrar, a costa del erario público, grandes fiestas fastuosas para sus familias y amigos, con gasto que pueden pasar del millón de dólares, y a este privilegio se pueden sumar algunos de los más cercanos como el Fiscal General del Estado que acaba de celebrar los quince años de su hijita en una isla turística cerrada al efecto.

El Rey cuenta con un asesor principal, el español Zapatero, que recibe millones para que le represente fuera de Venezuela. Es uno de los grandes cómplices de las torturas y muertes de niños. Y de llevarse el dinero de los pobres de Venezuela.

Debajo de esta capa de poder absoluto se encuentra la Corte, formada por unas diez mil personas, entre las que están unos dos mil quinientos generales. Los Generales se van turnando cada año en la dirección de las grandes empresas, con sueldos millonarios, y con la posibilidad de ingresar grandes importes que les permitirán una vez dejen el cargo al siguiente General, seguir viviendo a un ritmo del lujo al que están acostumbrados.

La otra siete mil personas viven con lujos más sencillos, pero lujos suficientes para estar amarrados al destino de su Rey y de sus Virreyes.

La Corte cuenta con un Bufón, para más verguenza otro español, Juan Carlos Monedero. Tiene como misión entretener y adular al Rey, hacer trucos, contar chistes, y hacer olvidar a los millones de pobres venezolanos a los que esquilma más y más llevándose maletas llenas de dinero.

Fuera de la Corte, muy cercana a ella pero sin derecho a participar directamente, hay cerca de dos millones de venezolanos que tienen unos ingresos de entre 150 y 500 dólares, que están cegados por la aureola del gran Chávez y de su segundón Maduro, y que en su obsesión por seguir viviendo bien están dispuestos a matar a todos aquellos que no estén de acuerdo con el Rey.

 En la última escala está el Pueblo de Venezuela, el pueblo real que no depende del Rey para nada, pongamos veinte y cinco millones de personas. También aquí hay diferentes niveles de vida.

Hay unos ocho millones que se han ido del infierno para intentar vivir y ganarse la vida en otros países. Y quedan en Venezuela unos diecisiete millones.

Los Jubilados cobran una pensión de unos tres euros. La mayoría de los trabajadores, como los Maestros, tienen un sueldo desde diez euros, y en las empresas privadas pueden llegar hasta los 200 euros al mes.

Los militares pueden cobrar unos 100 euros.

Podemos concluir que el ochenta por ciento de la población venezolana vive en la miseria y no consiguen si quiera comer normalmente los tres platos diarios que se necesitan.

Ante esta situación, auténticamente dramática, este ochenta por ciento se ha revelado y quiere un cambio en el poder. No quieren más Reyes ni Virreyes y quieren volver a una República más justa.

Y la respuesta de los mandamases está siendo con una brutal represión; han matado a veinte y siete jóvenes, han encarcelado a más de dos mil, entre los que hay unos ciento cincuenta niños, les están torturando miserablemente, están violando a las mujeres presas. Pagan 100 euros a cada militar o civil que señale a los disidentes, 100 euros más a cada uno de los militares o paramilitares que lleven preso a uno de los insurgentes, y el mando que les recibe en las cárceles tiene 1.000 euros para su cuenta personal.

Entre los encarcelados hay jóvenes que simplemente mostraban una pancarta que ponía Libertad, hay periodistas y políticos de la oposición que luchan por sus ideas.

Los paramilitares van a sus casas, rompen las puertas y se los llevan a la fuerza.

Al que ganó la Elecciones lo han perseguido día tras día, con amenazas de encarcelamiento y de muerte, y últimamente amenazando con encarcelar a su mujer y a sus hijas. Y dada su edad de setenta y cinco años lo han forzado a exiliarse para evitar la muerte.

La mayoría de los políticos de la oposición están escondidos desde hace semanas para evitar que los encarcelen en el famoso Helicoide, allá donde se escuchan los gritos de los niños que están siendo torturados por los matones del Rey.

Mientras tanto las grandes fiestas y las grandes comilonas continúan en la Corte.

La Comunidad Internacional no existe, la Justicia la tienen de vacaciones, siguen haciendo notitas de que están atentos, están vigilantes, están escuchando los gritos de los niños torturados, están viendo como encarcelan a periodistas y políticos, como torturan y matan a los jóvenes venezolanos.

No quieren intervenir. Es como si en una calle cualquiera del mundo, un hombre de dos metros está pegando y maltratando a un niño de trece años, lo levanta y lo tira de nuevo al suelo, está sangrando, está a punto de morir, y el que está mirando no interviene porque esa calle no es suya.

Venezuela es un infierno aceptado por la Comunidad Internacional.

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