Néstor Doreste Padilla, 28.03.2024
Mis amigos creyentes (y los no creyentes) saben que yo no lo soy. Me considero ateo «razonado» porque, después de mucho tiempo leyendo, escuchando, reflexionando, pensando y analizando (siempre desde la enorme modestia propia de un ser humano vulgar) no he encontrado lo que buscaba. Así de fácil.
Lo que sí soy es muy respetuoso con las creencias de los demás, admiro muchísimo la fe que tienen en sus creencias y deseo de todo corazón que sus dioses los bendiga a cada uno de ellos.
Recuerdo que hace mucho tiempo leí un libro que me gustó bastante. Su título era » del autor griego Niko Kazantzaquis.
En un momento dado, el protagonista reza, se dirige a Dios, habla con Dios, y le dice esta maravillosa oración, que es lo que yo quiero que ustedes analicen:
DIOS MÍO, SOLAMENTE TÚ ERES INMUTABLE. SI TÚ NO EXISTIESES ¿A QUIÉN RECURRIRIA EL HOMBRE, DE DÓNDE SE AFERRARIA, SIENDO ASÍ QYE TODO DESAPARECE, SE DISUELVE Y SE DERRUMBA?
¿A LA MUJER QUE AMA? ¿AL PADRE QUE LO HA ENGENDRADO? ¿A LOS HOMBRES?.
TODO SE MARCHITA, TODO SE DESMENUZA, SE DESMORONA. TÚ SÓLO, DIOS MÍO, PERMANECES ESTABLE
!DÉJAME QUE ME APOYE EN TI! !SOSTENEDME BIEN, DIOS MIO, QUE MI RAZÓN VACILA!
¿Qué les parece esta hermosa súplica dirigida al único ser que te puede escuchar y ayudar?
